07 mayo 2008

De Buena Fe

La fe, la Buena Fe, es una capacidad intelectual nada fácil de adquirir, y que, bien aplicada, se convierte en la mayor virtud con la que entrar, sin miedo, en los huecos oscuros de la existencia. La Buena Fe, siempre domeñada por la mala; siempre latente, pero sólo al alcance de algunos elegidos.

Protegido por la coraza con la que la Buena Fe moldeaba su capacidad de pensar, el hombre de la media sonrisa asumía el dolor con la inteligente resignación de los elegidos; de aquellos que saben que ningún momento fugaz más de su existencia tomará cariz de felicidad; de los que, arrebatados de vida, abren las compuertas del alma. El hombre de la media sonrisa tenía que reenfocar su vida, y la de los suyos, desde la muerte. Lo miró fijamente a los ojos… Lo odió para siempre… Lo hubiera matado en ese momento… Pero la Buena Fe lo hizo respirar, y buscar en su mente, cargada de motivos para acabar con él, el lugar accesible a los elegidos. Cerró la puerta y regresó a casa, donde la familia necesitaba, más que nunca, de la paz del hombre de la media sonrisa. La culpa será con él, pensó, desterrando infiernos inventados y aferrándose al convencimiento de que más sufren los que hacen el mal que quienes lo padecen.

La fe, la Buena Fe, había introducido a Dios en su mente, haciéndolo Dios a él. Le había dado razones para vivir más allá de la venganza; le había dado la virtud de una fuerza que nunca quiso separarse de él. El asesino de su hija había sido detenido, y el hombre de la media sonrisa pidió la justa justicia. Su nombre, Juan José Cortés; la mayor flor de su jardín, Mari Luz, había sido arrancada sin piedad del lado de un padre que, armado de Buena Fe, nos ha dado a todos razones para creer que en el maldito mundo de sombras en el que habitamos, siempre queda un hueco para una media sonrisa. Que Dios le bendiga mucho…

Publicado en Lepe Urbana, abril de 2008.

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