Hemos (sido) vuelto
      De nuevo en blanco. ¿Se recuerda? Éramos otros sin ser nosotros, pero ahí estábamos. ¿Se recuerda? La quietud. La blancura. No. No tenemos que recordarnos ni olvidarnos. Tenemos que sernos nosotros de nuevo, de blanco, quietos y ágiles. ¿Se recuerda? Si se recuerda es que hemos continuado juntos el viaje. ¿Se recuerda? Hemos empezado otro viaje nuevo, sin ser nosotros, pero siéndolo. Si estamos aquí es que somos. Pero podríamos no ser. ¿Se recuerda? No es lastre ni cielo cubierto de nubes delante de... nadie.
Abiertamente volvemos a ser, nos volvemos a ver en otoño, sí, nosotros, cantores, sofistas, agustinianos, fotógrafos, preocupados por todo y nada, siéndonos por una vez y por todas las veces que vendrán, si alguna vez vinimos, y si nos fuimos y si nunca fuimos y si fuera que estuviéramos fuera de nosotros, cantores en amaneceres nublados y en noche nubladas, que no se ven, pero que son.
¿Se recuerda? ¿Se entiende? Entendemos todos los que somos y estamos, y esperamos estaremos. Del vil metal al vil sol vilipendiado. Sólo eso que parece un trabalenguas, que lo es y que sin embargo no adquiere sentido alguno en otras mentes que no sean que estén medio muertas o medio vivas, como aquel vaso de agua ininteligible no potable, que no tiene sentido esa agua no potable en un recipiente fabricado facilitar la bebida del agua, don esencial que la naturaleza nos otorga con un sentido y que ahora nos niega por haberla rechazado antes de que el vil sol se comprara a precio de vil metal vilipendiado y codiciado por muchos, pocos, algunos y hasta nosotros mismos, cuando no fuimos, ni seremos, cuando antes de sernos nos éramos apenas en algún modo prometidos, o proyectados sobre la pared a velocidad de vértigo.
En un día cualquiera, cuando empezamos a andar ya pensábamos en correr y luego en volar y luego en teletransportarnos a otro lugar que sea este mismo, pero dentro de un próspero pero incierto futuro, en el que queremos sernos y ser para los demás. Al día siguiente no sabíamos correr todavía y apenas nos éramos, como siempre pasa en las noches nubladas. ¿Se recuerda? Soplaban vientos entonces y ahora también, en blanco, en las nubes nuevas, viejas. ¿Se recuerda? Éramos, somos, seremos.
Pues olvidemos que éramos y que seremos y vamos a centrarnos en esta nueva página en blanco, valle nevado, cielo nublado por conquistar.
Y para no olvidarnos de olvidarnos... contando nuestras cosas.... más de lo que ya somos... No pediremos más... hagamos un juramento... que alguien habrá... No nos querremos ser... de lo que necesitamos... aunque no interesen a nadie... Nosotros, los Enlabiadores... aunque sea poco... porque, normalmente, el que quiere entender... entiende... seguiremos estando vivos... Es, sin duda, la razón de la sinrazón, que a nuestra razón, querido maestro, se hace.
(Publicado en noviembre de 2005)
    Abiertamente volvemos a ser, nos volvemos a ver en otoño, sí, nosotros, cantores, sofistas, agustinianos, fotógrafos, preocupados por todo y nada, siéndonos por una vez y por todas las veces que vendrán, si alguna vez vinimos, y si nos fuimos y si nunca fuimos y si fuera que estuviéramos fuera de nosotros, cantores en amaneceres nublados y en noche nubladas, que no se ven, pero que son.
¿Se recuerda? ¿Se entiende? Entendemos todos los que somos y estamos, y esperamos estaremos. Del vil metal al vil sol vilipendiado. Sólo eso que parece un trabalenguas, que lo es y que sin embargo no adquiere sentido alguno en otras mentes que no sean que estén medio muertas o medio vivas, como aquel vaso de agua ininteligible no potable, que no tiene sentido esa agua no potable en un recipiente fabricado facilitar la bebida del agua, don esencial que la naturaleza nos otorga con un sentido y que ahora nos niega por haberla rechazado antes de que el vil sol se comprara a precio de vil metal vilipendiado y codiciado por muchos, pocos, algunos y hasta nosotros mismos, cuando no fuimos, ni seremos, cuando antes de sernos nos éramos apenas en algún modo prometidos, o proyectados sobre la pared a velocidad de vértigo.
En un día cualquiera, cuando empezamos a andar ya pensábamos en correr y luego en volar y luego en teletransportarnos a otro lugar que sea este mismo, pero dentro de un próspero pero incierto futuro, en el que queremos sernos y ser para los demás. Al día siguiente no sabíamos correr todavía y apenas nos éramos, como siempre pasa en las noches nubladas. ¿Se recuerda? Soplaban vientos entonces y ahora también, en blanco, en las nubes nuevas, viejas. ¿Se recuerda? Éramos, somos, seremos.
Pues olvidemos que éramos y que seremos y vamos a centrarnos en esta nueva página en blanco, valle nevado, cielo nublado por conquistar.
Y para no olvidarnos de olvidarnos... contando nuestras cosas.... más de lo que ya somos... No pediremos más... hagamos un juramento... que alguien habrá... No nos querremos ser... de lo que necesitamos... aunque no interesen a nadie... Nosotros, los Enlabiadores... aunque sea poco... porque, normalmente, el que quiere entender... entiende... seguiremos estando vivos... Es, sin duda, la razón de la sinrazón, que a nuestra razón, querido maestro, se hace.
(Publicado en noviembre de 2005)
 
    
  
  
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home